Al empezar la maestría conocí a uno de mis mejores amigos: Domingo Vera.
Juntos aprendimos mucho: yo le ayudé con la matemática, el con la física y los experimentos.
Un día me invitó a realizar una conferencia que después se haría un taller que se llamó Ciencia y Magía.
Este consisitía en realizar experimentos y demostraciones matemáticas enfrentándonos a un mago. Muchas veces nos ganaba el mago en eso de llamar la atención, pero muchas otras quedaba maravillado de que la ciencia también tenía su magia y que, al contrario del ilusionismo, ésta no se perdía después de explicar su escencia.
Ese mago que nos ayudó en la difusión de la ciencia en varias ocasiones se llamaba Abel Kim.
La mala noticia de su deceso la recibí éste miercoles pasado y por eso escribo este post en su memoria.